jueves, 21 de julio de 2011

Los hijos


Aquí estamos una entrada más, hijos míos, para hablaros precisamente de eso, de la descendencia, de los vástagos, de los retoños, ¡de los pimpollos! Porque dicen que los hijos vienen con un pan debajo del brazo, aunque no sabemos si se lo da el médico según sale del vientre de la madre o ya lo sacan ellos del horno, provocando los típicos dolores del parto. Muchos son los tipos de hijos que hay en esta vida, están aquellos por los que algunos MA-TAN y también aquellos a los que matarías. Por otra parte tendríamos a los hijos de un can, que comúnmente llamamos hijos de perra (¿podríamos llamarlos canijos?). De todos ellos, desde aquí nos quedamos con los más rebeldes, que son claramente los Hijos de la Anarquía (Sons of Anarchy).

Hablamos pues de una gran familia (y no, no es la de los Ruíz Mateos) en la que los juegos entre hermanos distan mucho de ser juegos infantiles. Y a pesar de ser hermanos, en esta serie todo va sobre ruedas, sobre dos ruedas concretamente, ya que se trata de una banda de moteros de los de toda la vida, con sus chaquetas de cuero, sus tatuajes y sus borracheras. Puro olor a gasolina y whiskey que se palpa en cada fotograma de esta gran serie norteamericana creada por Kurt Sutter.

La serie se centra en la vida del club de moteros SAMCRO (acrónimo de Sons of Anarchy Motorcycle Club, Redwood Original) o Sam Crow, que controla el pequeño pueblo de Charming en EEUU. Aquí tienen su sede principal encubierta por un taller de mecánica donde trabajan la mayoría de sus miembros, aunque los negocios que realmente dan dinero a esta peculiar familia son los de tráfico de armas, extorsión, sobornos y violencia, mucha violencia (insistimos, no son los Ruíz Mateos ni los Gil ni ninguno de esos). Eso sí, no trafican con drogas, que son muy malas (si es que son unos buenazos…), y andan a la gresca con varias bandas rivales: los “Mayans”, una banda de mexicanos; los “Nords” de ideología neonazi que lucha por la supremacía blanca; o los “One-Niners”, una banda callejera de afroamericanos.

Aparte de las mencionadas, también aparecen en la serie miembros del “IRA auténtico” que les proveen de armas o la Liga de los Nacionalistas Americanos (LOAN) de ideas separatistas. SAMCRO a través de su líder Clay Morrow (Ron Perlman) no tiene problema alguno en hacer tratos con cualquiera de las otras bandas siempre que el dinero esté presente, cosa que les acabará metiendo en más de un lío. Además cuentan con la inestimable ayuda de la policía local de Charming, ya que su jefe Wayne Unser (Dayton Callie) colabora encubriéndoles para evitar mayores problemas en el pueblo (claro, qué más da unas cuantas muertes, explosiones o peleas mientras pueda ir a la barbería los Domingos por la mañana sin que me molesten).

El protagonista principal de la serie es Jax (Charlie Hunnam) que es el hijo de Gemma y del difunto John Teller (hijastro de Clay, con quien se casa Gemma tras la muerte de John). Jax es el vicepresidente de SAMCRO y choca constantemente con las decisiones de su jefe y padrastro Clay. Tras descubrir un manuscrito que dejó su padre, Jax comienza a plantearse los actos del club y a alejarse del resto de hermanos (madre mía si parece una telenovela, y eso que no hemos hablado de las novias ni de por qué no se cambia de ropa nunca el chaval).

Es muy complicado destacar personajes en esta serie, ya que todos están a un gran nivel, desde la matriarca del club Gemma Teller Morrow (Katey Sagal) que nos embauca con su fuerte personalidad y presencia a pesar de la edad, pasando por Bobby Elvis (Mark Boone Jr.) con sus imitaciones de El Rey del Rock, Opi (Ryan Hurst) el mejor amigo de Jax, Tig (Kim Coates) el hombre sin escrúpulos pero con una curiosa fobia que no desvelaremos o Chibs (Tommy Flanagan) el Irlandés del grupo.

Tres temporadas impecables que nos hacen querer ser moteros (a pesar de la gran carga de violencia, sexo y alcohol…o quizás por eso). En breve se estrenará en USA la cuarta temporada que esperemos nos siga haciendo disfrutar como lo ha hecho hasta ahora.

¿Dónde habéis dejado la Harley?


martes, 12 de julio de 2011

Más tomate

La vuelta de True Blood ha traído para nosotros más tomate, aunque bastante aguado. Más bien, por lo visto en los dos primeros capítulos de la cuarta temporada, ese tomate debe ser transgénico o de invernadero, porque sí que tiene mucho color, pero poco o nada de sabor.

Los primeros minutos del regreso de esta vampírica serie nos llevan a un mundo de hadas madrinas y duendes que se comen las bombillas de bajo consumo que nos prometieron en su día, o unos melocotones muy brillantes, o algo por el estilo. En teoría nada es lo que parece ser para los protagonistas, pero para los espectadores (o al menos para nosotros), sí que es exactamente lo que parece, una fantasmada en la que Sookie (Anna Paquin) podría ser una versión para adultos de Campanilla.

Pero no acaba todo ahí, porque además en Bon Temps ahora nos vamos a encontrar con un bebé maléfico (aunque lo único que ha hecho hasta ahora es babear un poco el pobre), que nos desvelará una sobreactuación bastante poco creíble de Carrie Preston; varias, de momento, innecesarias escenas de retozantes cambia-formas en la noche americana; aquelarres de brujas sin verruga en la nariz pero con pajarillos zombies; o una extraña historia de panteras y niños comiendo carne cruda.

Pero no os desaniméis que esto acaba de empezar, y ya hemos comprobado en otras ocasiones que en un par de capítulos se puede revivir una serie. Aunque teniendo en cuenta que en esta hay gente muerta, lo de la resurrección no nos suena muy creíble por aquí.

Vale, sabemos que es bastante duro este post, pero sinceramente nos esperábamos un poco más

¿Revivirán estos seres de otros mundos?


viernes, 8 de julio de 2011

Verde que te quiero verde

Hola eco-lectores y recolectores varios. Dicen que el verde es el color de la esperanza (el de la “Espe” no, que ese es más bien azul), aunque nosotros lo relacionamos más con los tercios de Heineken. Estamos en una época en que lo verde mola, a excepción de las películas de Hulk. Veneramos a nuestra madre tierra y cuidamos de ella nutriéndola con chapapote, vertidos tóxicos, fusiones nucleares y demás golosinas que sin nosotros no podría disfrutar. Aún así, la naturaleza nos obsequia con sus plantas verdes para nuestro disfrute, como nos demuestran en la serie Weeds.

Así que nada de chistes verdes, ni de viejos verdes al estilo de las películas de Paco Martínez Soria. Aquí nos centramos en el Gigante verde o en los pequeños hombrecitos verdes, que gracias a esas hojas verdes que se convierten en humo, algunos conocen. Eso sí, como en siempre todo se reduce a los billetes verdes.

Esta serie americana creada por Jenji Kohan para Showtime nos desvela la vida de los Botwin tras la muerte del padre de familia. La madre, Nancy (Mary-Louise Parker) decide dedicarse a la venta de marihuana para poder conservar la casa que tiene en Agrestic, un barrio residencial de clase media, donde vive con sus hijos Shane (Alexander Gould) y Silas (Hunter Parrish). Vamos lo típico, que no llegas a fin de mes, pues a traficar un poquito, que eso deja buenas rentas…todo sea por seguir viviendo en mi chalecito de dos plantas con piscina, que eso de un apartamento es muy duro.

A lo largo de las seis temporadas, los personajes secundarios han pasado por tantos estados (y no hablamos de estados americanos) que parece que hayan perdido su esencia y es difícil saber qué papel juegan en la serie. Nos quedamos con Doug Wilson (Kevin Nealon), que es un concejal de Agrestic enganchado a la hierba y con la mentalidad de un niño. También sobresale Andrew Botwin (Justin Kirk), el cuñado de Nancy, que está continuamente metiéndose en líos e intentando salir de ellos lo mejor posible.

Una terna de personajes, como se ve a lo largo de la serie, llevados al extremo, en los que podemos ver cómo nadie es lo que aparenta. La dulce ama de casa, que poco a poco va dejando su dulzura a la vez que va acortando el largo de su falda y que es adicta…pero al café. El inocente niño pequeño que superado por las circunstancias familiares va teniendo cada día más cara de psicópata. La vecina estirada y perfecta que a golpes de la vida va agriando su carácter. Parece que las cosas están cambiando al otro lado del charco y van aceptando planteamientos más liberales.

Durante las tres primeras temporadas, que desde nuestro punto de vista son las mejores, el comienzo de la serie iba acompañado de una versión diferente cada día de la canción “Little boxes”, que le daba un punto distinto a la cabecera. De repente dejaron de hacerlo ¿no encontraban más versiones?

Arranca ahora la séptima temporada en estados unidos, así que esperemos a ver qué nivel deciden darle a la serie, si la hunden del todo o vuelven a crear algo de interés entre sus seguidores.

¿Echan humo vuestras cabezas?