viernes, 8 de julio de 2011

Verde que te quiero verde

Hola eco-lectores y recolectores varios. Dicen que el verde es el color de la esperanza (el de la “Espe” no, que ese es más bien azul), aunque nosotros lo relacionamos más con los tercios de Heineken. Estamos en una época en que lo verde mola, a excepción de las películas de Hulk. Veneramos a nuestra madre tierra y cuidamos de ella nutriéndola con chapapote, vertidos tóxicos, fusiones nucleares y demás golosinas que sin nosotros no podría disfrutar. Aún así, la naturaleza nos obsequia con sus plantas verdes para nuestro disfrute, como nos demuestran en la serie Weeds.

Así que nada de chistes verdes, ni de viejos verdes al estilo de las películas de Paco Martínez Soria. Aquí nos centramos en el Gigante verde o en los pequeños hombrecitos verdes, que gracias a esas hojas verdes que se convierten en humo, algunos conocen. Eso sí, como en siempre todo se reduce a los billetes verdes.

Esta serie americana creada por Jenji Kohan para Showtime nos desvela la vida de los Botwin tras la muerte del padre de familia. La madre, Nancy (Mary-Louise Parker) decide dedicarse a la venta de marihuana para poder conservar la casa que tiene en Agrestic, un barrio residencial de clase media, donde vive con sus hijos Shane (Alexander Gould) y Silas (Hunter Parrish). Vamos lo típico, que no llegas a fin de mes, pues a traficar un poquito, que eso deja buenas rentas…todo sea por seguir viviendo en mi chalecito de dos plantas con piscina, que eso de un apartamento es muy duro.

A lo largo de las seis temporadas, los personajes secundarios han pasado por tantos estados (y no hablamos de estados americanos) que parece que hayan perdido su esencia y es difícil saber qué papel juegan en la serie. Nos quedamos con Doug Wilson (Kevin Nealon), que es un concejal de Agrestic enganchado a la hierba y con la mentalidad de un niño. También sobresale Andrew Botwin (Justin Kirk), el cuñado de Nancy, que está continuamente metiéndose en líos e intentando salir de ellos lo mejor posible.

Una terna de personajes, como se ve a lo largo de la serie, llevados al extremo, en los que podemos ver cómo nadie es lo que aparenta. La dulce ama de casa, que poco a poco va dejando su dulzura a la vez que va acortando el largo de su falda y que es adicta…pero al café. El inocente niño pequeño que superado por las circunstancias familiares va teniendo cada día más cara de psicópata. La vecina estirada y perfecta que a golpes de la vida va agriando su carácter. Parece que las cosas están cambiando al otro lado del charco y van aceptando planteamientos más liberales.

Durante las tres primeras temporadas, que desde nuestro punto de vista son las mejores, el comienzo de la serie iba acompañado de una versión diferente cada día de la canción “Little boxes”, que le daba un punto distinto a la cabecera. De repente dejaron de hacerlo ¿no encontraban más versiones?

Arranca ahora la séptima temporada en estados unidos, así que esperemos a ver qué nivel deciden darle a la serie, si la hunden del todo o vuelven a crear algo de interés entre sus seguidores.

¿Echan humo vuestras cabezas?


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