lunes, 12 de septiembre de 2011

El juego de las sillas


Atentos amigos y amigas, que en cuanto pare la música el que no tenga silla se queda fuera. Ya desde pequeños nos van entrenando. Esto es la ley de la selva y solo los más fuertes seguirán adelante, o en este caso los que tengan más culo (vamos que Celia Cruz era la reina de este juego en sus días). Y es que las elecciones a la presidencia se deberían decidir así, con el juego de las sillas (total nos van a seguir jodiendo igual) o a carreras de culos al estilo de María Jiménez, arrastrándose por el suelo con el impulso del trasero (por lo menos más divertido sería). Pero si de luchas, de carreras y de sillas hablamos, que mejor que fijarnos en Game of Thrones (Juego de Tronos).

Mucho se ha hablado de sillas y tronos a lo largo de la historia. Nos viene a la mente la “sillita de la reina” que nunca se peina o la silla de Felipe II en El Escorial, que no deja de ser un trono de piedra. Aunque trono y de Roca lo tenemos cada uno en nuestra casa, y allí sí que somos los reyes. Y esto no es algo que nos atraiga al llegar a la edad adulta, porque ya de pequeños ponemos a los niños en sus tronas y sillas imperiales para que coman a la mesa, y además les prestamos toda nuestra atención y servidumbre, por lo que nuestra teoría es que nos educan para ser monarcas, aunque acabemos siendo siervos en la mayoría de los casos.

Esta serie es una creación David Benioff y D. B. Weiss para HBO que está basada en las novelas “Canción de hielo y fuego” de George R. R. Martin. En ella nos cuentan las cruentas luchas que se libran entre varias familias de nobles para hacerse con el control del Trono de Hierro, en el continente de Poniente. Grandes dosis de acción y fantasía que nos llevan a un mundo en el que la espada es la que gobierna sobre las palabras.

A lo largo de la primera temporada nos presentan varios hilos argumentales. Por un lado la familia Targaryen sella una alianza mediante el matrimonio de Daenerys con el líder de los dothraki, Khal Drogo, para poder así recuperar el trono que les arrebató Robert Baratheon. En el norte, en el gran muro de hielo está la Guardia de la noche, que se enfrenta a la llegada del invierno y con ello a extrañas criaturas de los territorios del exterior. Y por último, la familia de los Stark de Invernalia, cuyo líder Eddar (Ned) se ve obligado a sustentar el título de Mano del Rey en la capital de los siete reinos (Desembarco del Rey) donde se enfrentará a la familia Lanister y sus secretos.

Entre los personajes que más destacan nos quedamos con Sean Bean como Eddard «Ned» Stark (visto en El Señor de Los Anillos, no desentona en este tipo de papeles) que es el Señor de Invernalia. Mark Addy como Robert Baratheon, el rey de los siete reinos y amigo íntimo de Eddard. Emilia Clarke como Daenerys Targaryen, la a priori débil e inocente sucesora por derecho al trono, que va forjando su carácter desde su unión con los dothraki. O Jason Momoa como Khal Drogo, el hipermusculado líder de los dothraki, pueblo amante de los caballos y los saqueos. 

Una gran ambientación y escenarios de Nueva Zelanda y Europa, consiguen que esta serie nos mantenga pegados a la pantalla. Buena dirección que hace que nos familiaricemos con su historia y lenguas (ayuda que en el opening te muestren el mapa ficticio del continente). Finalizada la primera temporada de 10 capítulos, tuvo tal éxito con el primer episodio, que se firmó una segunda (se espera para Abril de 2012).

¿Queréis el trono?


lunes, 5 de septiembre de 2011

En el aire


Uno de los grandes anhelos del hombre desde sus orígenes es estar en el aire, flotar, volar. Muchos ya lo han conseguido, aunque con ayuda de sustancias psicotrópicas, así que eso es trampa. Otros se han roto la cabeza (literalmente) inventando aparatos que nos permitan surcar los cielos. Algunos incluso se han reencarnado en golondrinas y vencejos o han hecho algún que otro viaje extracorpóreo para saber lo que se siente. Y es que, amigos, el amor está en el aire como ya nos cantaba Barry White. De todas formas, los que sí que están acostumbrados a estar “en el aire” cada semana son los personajes de Studio 60: on the sunset strip.

Y es que el aire no deja de ser oxígeno, nitrógeno y argón, sin forma definidaaaaaa (vale, ya dejamos las referencias musicales), aunque en Madrid capital yo apostaría a que algo más lleva, porque ese color negruzco de la boina no puede ser muy bueno. Además hay muchas clases de aire, como el aire frío, el caliente, el aire acondicionado, el aire de grandeza que tienen algunos…Pero el aire, ante todo, es la forma en que se seca el macho ibérico en las playas de Benidorm.

Esta serie estadounidense creada por Aaron Sorkin para la NBC, nos lleva al mundo de la televisión y en concreto a lo que está detrás de las cámaras, contándonos cómo se gesta un programa que se va a emitir en directo y las relaciones de todos sus integrantes. Una serie bastante coral y que desprende el estilo de su creador, recordándonos muchas veces a The West Wing (El Ala Oeste de La Casa Blanca) por la velocidad de sus diálogos y esos planos secuencia maravillosos recorriendo, en este caso, todo el plató de televisión.

Los protagonistas principales están realmente brillantes en sus actuaciones. Destacamos al dúo formado por Matt Albie (Matthew Perry), guionista sarcástico que se hará cargo de la dirección del programa, y Danny Tripp (Bradley Whitford) productor del programa que había abandonado el mundo de la televisión por el cine, pero que por culpa de su adicción a la cocaína tiene que dejar la gran pantalla y volver a la pequeña. Como curiosidad, Bradley ya había trabajado con Sorkin haciendo un espléndido papel en El Ala Oeste. Alrededor de este dueto está Jordan McDeere (Amanda Peet) la nueva directora de la cadena que busca reinventarla con shows de mayor calidad, aunque no puede evitar meterse en numerosos líos por no saber callarse a tiempo.

No podemos olvidarnos de los fantásticos secundarios como Harriet Hayes (Sarah Paulson), antigua novia de Matt y actriz de convencidas creencias cristianas que chocarán con el resto de sus compañeros y de guionistas por el contenido de algunos sketches, o Jack Rudolph (Steven Weber) que es la mano derecha del presidente de la cadena y que mantiene un pulso constante tanto con Danny como con Jordan por los contenidos del programa y la forma de llevar el mismo.

A pesar de las buenas críticas y de la notable calidad de la serie, ésta fue cancelada en 2007 quedando con una única temporada de 22 capítulos. Muy recomendable verla en V.O. aunque es difícil de seguir incluso con subtítulos ya que, como suele ser habitual en Aaron Sorkin, los diálogos además de buenos, son vertiginosos.

¿Estamos en el aire?


PD: Digno de mención nos parece el comienzo de la serie con el monólogo frente a la cámara de Wes Mendell (Judd Hirsch) cuando le censuran un sketch.